En 1992, cinco años antes del Protocolo de Kyoto, KYOCERA lanzaba al mercado la primera impresora ECOSYS FS 1500 con el propósito de reducir el impacto medioambiental en la impresión de oficina. Por aquel entonces, Chris Dell, un periodista freelance del mundo del motor, leyó la noticia en alguna revista de ordenadores y quiso comprar una, pero no podía permitirse una nueva. Años más tarde se topó con un empresario que le vendió de segunda mano dos equipos FS 1500.
Para sorpresa del periodista, las impresoras funcionaban perfectamente, aun siendo de segunda mano, e incluso y, a pesar de contar con un software de mayo del 93, podía imprimir PDFs sin problemas.
Pasado el tiempo, Chris pensó que, a pesar de que las dos impresoras seguían funcionando perfectamente, no durarían eternamente, así que contactó con Kyocera para ver cómo podía trasladar las plantillas digitales de sus formularios a otras impresoras, de forma que dicha información estaría siempre a su disposición si los equipos dejaban de funcionar. La empresa en seguida le resolvió sus dudas sobre el traspaso de información relativa a los formularios digitales. En palabras del propio Dell, que al hablar con la compañía no esperaba gran cosa: “un buen servicio al cliente, especialmente para un aparato de cerca de 20 años, es muy difícil de encontrar y este tipo de gestos es lo que mantiene al cliente contento y lo que le hace ser fiel a la marca”.
En la actualidad, Chris destaca la calidad en el diseño de los equipos, ya que “el buen diseño es algo que nunca caduca”. Además, después de haber hecho más de 50.000 impresiones entre las dos, los equipos siguen funcionando perfectamente. “Son rápidas e imprimen con gran calidad. Sus tonos negros son todavía sólidos y, en cuanto a limpieza y claridad, el resultado no podría ser mejor. De hecho, en los impresos de contabilidad y facturación no son necesarios los 600 ppp”.
En lo que respecta al coste por impresión, el periodista comenta que es ínfimo, porque el tóner cuesta muy poco y parece que dura “toda la vida”, y reconoce que ha llegado a hacer 7.000 copias por cada cartucho, “así que no puedo quejarme”. Además, es consciente de que el mantenimiento de los equipos ha sido mínimo durante todos estos años. “La alimentación del papel es fabulosa. Reutilizo muchas veces hojas donde ya había impreso antes por una cara, sin que se colapse, incluso en días húmedos”.
Concluye que está encantado con sus impresoras ECOSYS y que si algún día piensa en comprarse una impresora nueva será Kyocera y “sólo por necesidades de color”.
Fuente Kyocera
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