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lunes, 6 de noviembre de 2017

Tumaker inicia la conquista del mercado mundial de impresoras 3D de uso doméstico


En junio, cuando se dio a conocer el sorprendente proyecto de la impresora 3D Voladd, este era solo un prototipo. En la actualidad, de la cadena de montaje están saliendo las primeras remesas, ya a la venta en hipermercados de Eroski como primer peldaño en su expansión global.

¿Por qué es relevante esta noticia? Porque Voladd, diseñada por la joven empresa Tumaker de Oiartzun, quiere comerse el mercado mundial de las impresoras 3D de uso doméstico. Es decir, pretende que estas máquinas entren a formar parte de la vida de la gente, compartiendo espacio con la cafetera o el microondas. De hecho, tiene un tamaño y aspecto similar a este tipo de electrodomésticos. En resumen, Tumaker se ha marcado como objetivo dar la campanada en un mercado potencialmente gigantesco.

Pero, ¿qué es Voladd? ¿para que sirve? Dicho sucintamente, permite fabricar en casa hasta 20.000 productos existentes en su catálogo, desde juguetes hasta complementos de moda, pasando por artículos de decoración, repuestos o útiles de cocina. ¿Que necesito un pomo nuevo para la puerta del armario? Entro vía internet en la plataforma asociada a la impresora, elijo el modelo en el catálogo, aprieto el botón y la máquina comienza a elaborar el flamante tirador nuevo. Incluirá aplicaciones para que los usuarios puedan crear objetos personalizados y a medida, aumentando exponencialmente la cantidad de piezas disponibles.

Jon Bengoetxea, CEO de Tumaker, explica que Voladd aspira a repetir el éxito alcanzado por Netflix en el mundo del cine o de Spotify en el de la música, pero en este caso en el ámbito de los objetos físicos. Reconoce que parte con una desventaja. Todo el mundo conoce qué es el cine o la música, pero las impresoras 3D son algo nuevo para la gran mayoría de los ciudadanos.

El negocio ya ha echado andar con una estrategia de «capas de cebolla». Se ha comenzado por el entorno más cercano. «Hemos llegado a un acuerdo con Eroski para vender nuestro producto en seis hiper: dos de Gipuzkoa, otros dos de Bizkaia, uno de Vitoria y el sexto en Pamplona. Sabemos que se trata de una máquina desconocida y tenemos que mostrarla saliendo a la calle. Por eso hemos colocado expositores, para que la gente pregunte de qué va el tema». En esta primera fase de entrada en el mercado también se contempla el ámbito estatal y portugués. El objetivo es vender entre 2.000 y 3.000 unidades de aquí a las navidades. El foco a medio plazo está puesto en Alemania, Francia, Italia e Inglaterra.

En los países señalados anteriormente la estrategia a desarrollar es la tradicional, firmando acuerdos con cadenas comerciales generalistas y también con tiendas especializadas. Sin embargo, para entrar en Estados Unidos y Asia se ha optado por utilizar Kickstater, la mayor plataforma del mundo de crowdfunding. «Este canal -explica Bengoetxea- nos permite generar interés con el menor coste posible. No necesitamos dinero, nuestro objetivo es meter ruido, que nos conozcan. Kickstater, con sus 10 millones de usuarios, es la vía perfecta».

La respuesta, según el CEO de Tumaker, ha sido excelente. «Han publicado artículos sobre nosotros en revistas alemanas y japonesas. En este último caso, en un ranking de los productos más innovadores del mes nos situaron en cuarta posición. Nos preguntan habitualmente en qué parte de California está la empresa. Hemos sido el primer proyecto tecnológico vasco que ha tenido éxito en Kickstater, aparte de alguno relacionado con los videojuegos».

La expansión internacional conllevará un incremento sustancial en la fabricación de impresoras. El CEO estima que en 2020 venderán entre 75.000 y 100.000 unidades en todo el mundo, con una facturación de 22 millones de euros. Bengoetxea señala que puede parecer una cifra elevada, pero asegura que la demanda debería ser mucho mayor. El CEO reconoce que el mercado ha vivido una cierta burbuja. «La impresión 3D ha entrado en el valle de la muerte. La expectativa era bestial, pero la frustración también lo ha sido. Mucha gente está achatarrando las impresoras que compraron porque han visto que no es tan fácil usarlas y se estropean con facilidad. A nosotros nos toca revertir esta situación con un producto como Voladd, muy fácil de usar».

Bengoetxea explica que se debe cambiar el concepto a la hora de promover estas máquinas. «Decimos que estamos vendiendo una impresora. Ese es el gran fallo. Lo que estamos ofreciendo es la posibilidad de que la gente fabrique los productos que necesita cuando los necesita. Tener las cosas aquí y ahora».

Las impresoras se montan en un pabellón de Gureak , en Álava. Allí llegan las piezas que Tumaker compra a una decena de proveedores, todos del entorno, excepto uno chino. «Las impresoras no dejan de ser máquinas complejas. Incluyen electrónica, inyección de plástico, mecatrónica, correas, motores, luces... Los componentes los adquirimos a empresas de Oiartzun, Usurbil, Astigarraga, Lasarte... Voladd es un producto casi 100% local. Solo se compra fuera un motor que se fabrica únicamente en China».

Bioplástico

Si la impresora es importante, no lo es menos el material con el que fabricar los objetos. De hecho, es una parte esencial del negocio y del éxito o fracaso de Voladd.

La impresora se cargará con cartuchos de bioplástico elaborados en una empresa de Jaén a partir de maíz. Bengoetxea recalca la vertiente sostenible de Voladd. «Las piezas se fabrican en casa, no requieren ser transportadas ni embaladas. Además, el hecho de que estén elaboradas en base a un cereal permite que, tras su uso, se puedan compostar».

En esta primera fase, Voladd empleará solo este tipo de cartuchos. En etapas posteriores, se irán incorporando otros materiales. «Estamos trabajando con una multinacional que desarrolla bioplásticos más flexibles y con unas posibilidades bestiales. Por ejemplo, se podrán limpiar en lavavajillas a altas temperaturas. También vamos de la mano de Leartike, un centro de investigación de la Corporación Mondragón. El próximo año dispondremos de un catálogo con más materiales».

Bengoetxea explica que este catálogo podría haberse puesto a disposición de los usuarios desde el principio, pero añade que se ha optado por iniciar las ventas con un solo tipo de cartucho para facilitar el uso de la impresora. «Voladd está pensada para personas que no saben nada de 3D, pero quieren algo estimulante. No vamos a complicarles la vida. La primera experiencia hay que ponerla muy fácil».

Competencia

Pero, si el negocio parece tan boyante, ¿seguro que en el ancho mundo a nadie se la ha ocurrido fabricar impresoras domésticas? «Sí, claro que hay empresas que dicen vender estas máquinas, pero no son domésticas», responde rotundo Bengoetxea. ¿Y por qué no lo son? «Todo es cuestión de etiquetas. Uno puede fabricar cafeteras para cafeterías y decir que también sirven para casa, pero conceptualmente no se han diseñado para ese uso, algo que sí ha hecho Nespresso. En el caso de las impresoras ocurre lo mismo. Las hay en el mercado por 300 dólares, pero luego te la llevas a casa y son muy complicadas. La nuestra no. Das a un botón y fabrica el objeto elegido». Se trata de una novedad radical, porque hasta la fecha los fabricantes de 3D y los de contenidos iban cada uno por su lado. Según Bengotxea, la oferta conjunta permitirá la entrada masiva de Voladd en los hogares.

El coste de la impresora es de 799 euros y el de los cartuchos en torno a 25. Estos se podrán adquirir en cadenas como El Corte Inglés, Eroski o Media Mark y también en tiendas especializadas, como la donostiarra Tamayo. La descarga de los productos del catálogo será gratuita.

«Con Voladd consumes objetos digitales pero, cuando le das al botón, se convierten en fisicos. En lugar de una canción o una película, obtienes un objeto para tu entretenimiento, para solucionar un problema o para lo que quieras», concluye Bengoetxea.


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