Le dan al botoncito de imprimir, se calientan la placa y el depósito del brazo articulado y ¡voilá! En apenas dos horas, una réplica de diez centímetros de altura, de plástico, de la Copa de Europa. Claro, visto así parece demasiado esfuerzo para algo de tan poca utilidad. Pero, ¿qué ocurre si pierde, por ejemplo, la pieza que une la visera al casco de la moto? ¿O un tacón? ¿O un mango del frigorífico? En los tiempos del usar y tirar lo de los repuestos ya no se estilan, y que falte una pieza le puede obligar a comprar otro casco nuevo, o un frigo. Si cuenta con una impresora 3D, sin embargo, tiene otra opción: imprimírsela.
"A día de hoy lo que sí hacemos es imprimir cosas que nos mejoran la vida cotidiana. Quiero imprimirme un silbato y lo puedo hacer", pone como ejemplo Jesús Fernández, de la empresa León3D. Acaban de presentar en la Universidad Miguel de Cervantes su último prototipo, 'Lion3D', un cajón amarillo con acabado profesional que pondrán a la venta en verano. ¿La gran novedad? Que es una impresora de altas prestaciones, con pantalla LED para comprobar la temperatura y el tiempo que queda para terminar la impresión, y que su precio estará por debajo de los mil euros. "Era el objetivo a bajar y es un precio bastante competitivo", explica el responsable de León3D. "Queremos vender cincuenta de ellas".
Y algo más interesante aún. Es del tipo "abrir y usar". Nada de montar kits complicados para los no iniciados. "Este año es cuando se va a normalizar el uso de estas impresoras. Nuestro objetivo siempre ha sido ese. Queremos que haya impresoras en las casas. Estas que te construyes necesitan ciertos conocimientos. Nuestro propósito era construir una máquina 'open and go', abres la caja, das al botón y funciona", explica Jesús Fernández.
La Lion3D ha supuesto ocho meses de trabajo. "Es el segundo, porque el primer prototipo tenía algunos desajustes en la parte mecánica". Alumnos de bachillerato pudieron disfrutar en la Universidad Miguel de Cervantes de esta puesta de largo de la impresora. Les enseñaron, además, a construir una ellos mismos, un proceso por el que todos los 'gurús' de la impresión tridimensional han pasado en un momento u otro. Juan González, 'Obijuan', uno de los líderes españoles en la impresión 3D (impulsor de la comunidad Clone Wars), incluye en sus páginas web tutoriales para construirse una impresora tridimensional, crear piezas imprimibles y otros asuntos relacionados.
"Puedo construir una de cero. Es lo bonito. Cuando tú haces algo tú mismo aprendes, disfrutas y conoces cosas. Y con la magia de Internet puedes compartir el conocimiento y haciendo que los proyectos evolucionen. A nosotros nos ayudó gente de Madrid, de Valencia, de Barcelona, de La Coruña... No sabíamos ni lo que era un motor. La gente nos ayudó y empezamos a comprar en China, en Estados Unidos, en Holanda. Hace un año, toda la información que hay ahora no existía", explica Jesús Fernández.
El proceso de impresión resulta casi mágico. Capa a capa, la impresora esculpe con ese filamento de plástico que entra por un lado, se funde y se solidifica convertido en la pieza elegida por el otro. Obliga, eso sí, a tener paciencia. "Las capas que hace la impresora son de hasta 0,1 milímetros de espesor. Si tenemos una pieza de diez centímetros, imagínate", señala Fernández.
Aunque ahora suena lejano, sobre todo porque los precios de las más básicas rondan los 400 euros y las más profesionales superan los mil, la impresión 3D será, dicen, la siguiente revolución tecnológica e industrial. Y ya ha empezado.
Fuente El Norte De Castilla